La novia embarazada del diplomático

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(actualizado a fecha: Jun 13, 2024 00:10:35 UTC – Descripción)

Gina St. Sebastian forzó una sonrisa para ocultar sus dientes apretados. «Por Dios, eres testarudo, Jack».

«¿Soy testarudo?»

El hombre iracundo que estaba ante ella juntó sus cejas blanqueadas por el sol. El embajador John Harris Mason III estaba bronceado, tenía el pelo leonado y medía 1,80 m, atlético. También estaba acostumbrado a mandar. El hecho de no poder controlar a Gina ni la situación en la que se encontraban le irritaba sobremanera.

«Estás embarazada de mi hijo, maldita sea. Y aún así te niegas a hablar de matrimonio».

«¡Oh, por…! Anuncia la noticia a todo el mundo, ¿por qué no lo haces?». Con el ceño fruncido, Gina estiró el cuello para mirar alrededor del banco de gardenias que los protegía a ella y a Jack de los demás invitados en la Terrace Room del venerable Plaza de Nueva York.

Plaza de Nueva York. Con su techo renacentista italiano exquisitamente restaurado y sus lámparas de cristal inspiradas en las del Palacio de Versalles, era un lugar fabuloso para celebrar una boda.

Una boda organizada con muy poca antelación. Habían tenido menos de dos semanas para organizarla. Los miles de millones del novio habían aligerado considerablemente el tiempo, al igual que el trabajador milagroso que Dev Hunter había contratado como su asistente ejecutivo. Sin embargo, Gina había hecho todos los preparativos y no iba a permitir que el hombre con el que había pasado un fin de semana salvaje perturbara el día de la boda de su hermana.

Por suerte, nadie parecía haber oído su cáustico comentario. La banda estaba tocando los últimos compases de un animado merengue. Sarah y Dev estaban en la pista de baile, junto con la ama de llaves de los St. Sebastian, María, y la mayoría de los invitados al elegante acontecimiento.

La mirada de Gina pasó de las bailarinas a la mujer vestida de encaje que estaba sentada en su silla, con las manos cruzadas sobre la cabeza de ébano de su bastón. Gracias a Dios, la duquesa tampoco la oía. Oír el embarazo de su nieta

embarazo de su nieta a todo el mundo no habría encajado con sus nociones de comportamiento correcto.

Aliviada, Gina se volvió hacia Jack. «No permitiré que estropees la boda de mi hermana con otra discusión. Por favor, baja la voz».

Entendió la indirecta y bajó los decibelios, aunque no su temperamento. «No hemos tenido diez minutos a solas para hablar de esto desde que volviste de Suiza».

Como si necesitara que se lo recordaran. Había volado a Suiza exactamente un día después de orinar en un palo morado y sentir que su mundo se derrumbaba a su alrededor. Tenía que alejarse de Los Ángeles, tenía que respirar el aire limpio y puro de los Alpes nevados que rodeaban el lago de Lucerna mientras intentaba decidir qué hacer. Tras un día y una noche de doloroso examen de conciencia, entró en una de las ultramodernas clínicas de Lucerna. Diez minutos después, se había dado la vuelta y había vuelto a salir. Pero no sin antes hacer dos llamadas casi histéricas. La primera fue a Sarah, su hermana, su protectora, su amiga más querida. La segunda, por desgracia, al apuesto, carismático y muy molesto diplomático que ahora se enfrentaba a ella.

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