EL SUBCONSCIENTE LIBRESCO

Me cuesta menos en todo sentido incurrir en la penalidad de la desobediencia al Estado, de lo que me costaría obedecer. Me sentiría como si valiera menos en este caso.

(Henry David Thoreau)

 

A finales de septiembre pasé un par de días en Barcelona. Paseando por el Paseo de Gracia, me encontré con la Feria del Libro Antiguo, de Ocasión y Moderno. Compradora compulsiva como soy de lo impreso creí que era un regalo de los dioses.

  

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Pasé por varios stands y no vi nada que me interesara, hasta que me paré en uno y cogí tres libros de un tirón. Menos mal que eran baratos, que no está la economía para dispendios, aunque estos sean vitales para mí, en este caso.

 

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Ya en el hotel, procedí, como siempre hago a poner en los libros mi nombre, el lugar, la fecha y lo que me había costado y observé asombrada los títulos que había escogido muy acordes, para mi sentir, en estos tiempos convulsos, raros y peligrosos que estamos viviendo y que no sé muy bien cómo acabaran los acontecimientos políticos y económicos a los que asistimos asombrados (al menos yo) cada día que ponemos un informativo o leemos un periódico.

 

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Henry David Thoreau, Ed. Brontes, 2011

Traducción y prólogo : Francesc LL. Cardona

 

El primero de ellos es Desobediencia civil y otros textos de Henry David Thoreau (1917-1862). La desobediencia civil fue una conferencia del autor publicada en 1848 y en el que explica los principios básicos para llevarla a cabo y que él mismo puso en práctica. Así en 1846 se negó a pagar impuestos alegando que no quería colaborar con un estado (EEUU) esclavista y que emprendía guerras injustificadas (en aquellos tiempos con México) y desde luego fue detenido y encerrado en la prisión de Concord.

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Albert Einstein, Ed. Brontes, 2011

Traducción y prólogo : Francesc LL. Cardona

 

Otro es El mundo como yo lo veo, de Albert Einstein (1879/1955), en el que expone, entre otras cosas, la consecuencia directa de crear ídolos, y es que hay gente que se ve atraída por esas posiciones, que casualmente nunca son los ricos los que quieren mejorar el mundo, sino los que se quieren aprovechar de él. Es consciente de que el mundo, y cada una de las sociedades que lo componen, necesita líderes capaces de tomar decisiones, pero estos líderes han de ser elegidos por todos aquellos que vayan a estar bajo su liderazgo y que la «adoración» a las personas (dictadores) había llevado a los peores acontecimientos en la historia, guerras y sufrimiento innecesario.

 

 

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Franz Kafka, Ed. Brontes, 2011

Traducción: Jordi Rottnner

Prólogo y presentación: Francesc LL. Cardona

 

Por último, me llevé Carta al padre de Franz Kafka (1883-1924), que ya había leído pero esta es una edición íntegra de la misma. Esta cara la escribió Kafka entre el 4 y el 20 de noviembre de 1919 y está dirigida a su padre, Hermann Kafka, con quién nunca tuvo una buena relación y en el que considera la figura del padre como fuente de todas las represiones. Como este tema me toca de cerca, no comento más.

En resumen, que mi subconsciente, ante la generosa, interesante e ingente oferta de libros que había, me decanté en un segundo por estos. Y es que los tres, a pesar de la fecha en que fueron escritos, pueden ser leídos ahora perfectamente como si de la actualidad se tratara.

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