HACIA RUTAS SALVAJES


CHRIS MCCANDLESS: No hay felicidad si no se comparte

 

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 Jon Krakauer, Hacia rutas salvajes, Ec. Zeta, 2009

 

 

 

Hace un par de semanas que leí este libro y me ha impactado de una forma extraña. No se trata de la vida de alguien que viviera en siglos pasados, se trata de una persona contemporánea, cuya vida se puede asemejar a las de millones de personas, sin nada especial a destacar, que si hubiera vivido más años probablemente no dejaría ninguna huella más que en sus familiares y amigos más cercanos.


Otra cosa que me ha hecho pensar es cómo uno se destroza su propia vida de una forma que, vista desde fuera, podríamos calificar de gratuita. Se supone que no pudo superar un “trauma” familiar que nos daría risa porque además es que ni lo vivió, sólo lo conoció de mayor, poco antes de ir a la universidad : su padre dejó a su primera esposa y se unió un tiempo, sin divorciarse, a la que sería su madre y que él resultó un hijo bastardo…


 

No cabe duda que Chris McCandless poseía, además de una vida acomodada y un hogar apacible, una extrema sensibilidad y un rencor hacia sus padres que fue lo que hizo huir de su casa, convertirse en un falso nómada y tener un prematuro y trágico final. A través de los testimonios de las gentes que lo conocieron durante su periplo de dos años por el sur y el oeste de Estados Unidos y, finalmente, por Alaska, se describe a un joven culto, inteligente, afable, radical en sus posiciones éticas frente a la vida y decidido a buscar en la naturaleza los caminos hacia su propio interior y sin embargo despegado y poco caritativo con su familia con quién no se comunicó durante este tiempo. ¿cabe mayor crueldad que tus padres no sepan nada de ti durante dos años y que al cabo de estos te encuentren muerto en unas condiciones infrahumanas?.

 

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El “autobús mágico”

 

 

Hacia rutas salvajes es la reconstrucción de los últimos dos años de vida de Chris McCandles (1968-1972) un joven de 24 años quien tras graduarse en 1990 de la Universidad Emory de Atlanta y donar a Oxfam los $24000 que tenía para estudiar derecho, decidió renunciar a todas las comodidades de la vida moderna y emprender un periplo que lo llevaría al monte McKinley, en Alaska, donde murió de hambre, dentro de un saco de dormir rodeado de miseria. El 6 de septiembre de 1992, dos excursionistas y un grupo de los cazadores de alces, encontraron su cuerpo en su saco de dormir dentro del autobús, con apenas 30 kilos de peso. Llevaba muerto más de dos semanas.

 

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Nota de auxilio de Chris pegada a uno de las ventanillas del autobús

 

 

La posterior investigación desveló que el fallecido se llamaba Christopher Johnson McCandless. Pertenecía a una familia acomodada de Washington D.C. (su padre había trabajado para la NASA) y llevaba desaparecido desde hacía dos años, justo después de graduarse en la universidad Emory de Atlanta. La autopsia dictaminó que Chris McCandless había fallecido de hambre. Su trágico final, combinado con su extraña desaparición y el origen acomodado del chico provocaron que la historia encontrara amplio eco en los medios de comunicación de Estados Unidos

 

 

 

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Con sus padres, Bonnie y Waltt

 

En su recorrido tras abandonar su hogar, McCandless  hace varios amigos: dos “vagabundos motorizados”, Jan y Bob, con quienes se desplaza por algún tiempo; Wayne Westberg con quien trabajó como parte de su grupo de trabajadores que se desplazaban según el tiempo de la cosecha; Ronald Franz, un viejo veterano de guerra quien había perdido a su esposa e hijo en un accidente automovilístico; Gaylord Stuckey, el camionero que lo llevó desde Liard River, en Canadá, hasta Faibanks, en Alaska, y Jim Gallien, electricista y última persona que lo vio con vida.

 

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Interior del autobús, al fondo el camastro donde murió

 

En 1992 Jon Krakauer era un reconocido alpinista que compaginaba su afición a la montaña con la escritura de reportajes para publicaciones como National Geographic y Rolling Stone. La revista Outside le encargó un reportaje sobre lo sucedido a McCandless. El reportaje, aparecido en el número de enero de 1993, fue la base de Hacia rutas salvajes.


Krakauer contactó con personas que habían conocido a McCandless durante su vagabundeo: que lo habían recogido cuando hacía autostop, que le habían dado trabajo o que le habían prestado alojamiento. Sirviéndose de estos testimonios, junto con el diario y las fotografías halladas entre los enseres de Chris, Krakauer recompuso el itinerario de su viaje y se esforzó por trazar un retrato veraz. Desde que no era más que un niño McCandless se había sentido atraído por los grandes espacios naturales. Desbordaba energía y era un romántico admirador de la obra de Henry David Thoreau, Jack London o Tolstoi cuyos libros no dejaba de releer y subrayar. Durante años con una “Odisea de Alaska”: vivir de la tierra, lejos de la civilización, y manteniendo un diario de vida que describiera su progreso físico y espiritual, enfrentando las fuerzas de la naturaleza.

 

En abril de 1992 hizo autostop a Fairbanks, Alaska. Fue visto con vida por última vez por James Gallien, quien le llevó de Fairbanks a Stampede Trail. Gallien se preocupó por el, pues tenía pocos medios materiales y ninguna experiencia en el entorno de Alaska, intentó persuadirlo para diferir su viaje, e incluso ofreció conducirlo a Anchorage para comprar equipamiento adecuado. McCandless se negó a recibir toda ayuda, salvo un par de botas de caucho, dos latas de atún, y una bolsa de maíz.

 

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McCandless en uno de sus mucho autorretratos

 

 

Después de hacer una caminata a Stampede Trail, McCandless encontró un autobús abandonado como un lugar para asentarse, y se empeñó por vivir exclusivamente de la tierra. Llevaba consigo una bolsa de arroz, un rifle Remington semiautomático, municiones, un libro sobre las plantas locales, varios otros libros, y un poco de equipo de campamento. Asumió que debía cazar para poder vivir: a pesar de su inexperiencia como un cazador, McCandless capturó con éxito animales pequeños tales como puercoespines y pájaros. Una vez mató un alce; pese a su logro, no pudo conservar toda la carne sobrante, pese a haberla ahumado sobre los arbustos, tal como le dijeron los cazadores con que se había encontrado en Dakota del Sur.


Su diario de vida contiene entradas que cubren un total de 113 días. Estas fechas relatan la cambiante fortuna de McCandless. Después de vivir con éxito en el autobús durante varios meses, Chris decidió salir en julio, pero encontró el sendero bloqueado por el río Teklanika, que estaba entonces considerablemente más alto que cuando lo había cruzado en abril. No pudo escapar a su destino.

 

El reportaje en la revista Outside había provocado un aluvión de cartas en las que los lectores manifestaban su opinión acerca de Chris. Todas eran encendidas y muchas negativas. Lo acusaban de insensible y terriblemente egoísta por haber causado tanto dolor innecesario a su familia, con la que no se puso en contacto en ningún momento después de su desaparición. Lo acusaban también de temerario, arrogante y estúpido por pretender adentrarse en las tierras de Alaska sin llevar consigo cosas tan esenciales como una brújula, un mapa, un hacha o un arma de gran calibre. El equipamiento de Chris consistía apenas en un saco de arroz, un rifle del calibre 22 y una guía de plantas comestibles. Incluso su idolatrado Jack London se había burlado de la gente como él. En el relato “En un país lejano” había escrito: “No tenía ninguna razón para embarcarse en una aventura semejante, ninguna en absoluto, salvo que padecía de un desarrollo anormal de sentimentalismo. Y lo confundió con el verdadero espíritu de romanticismo y aventura”.


Krakauer no se dio por satisfecho con lo que pudo averiguar en el breve plazo impuesto por la revista, así que en los meses siguientes se dedicó a profundizar en la historia y a tratar de descubrir por qué un buen estudiante y deportista, querido por su familia y amigos, lo abandona todo y acaba muriendo de inanición en un solitario rincón de Alaska, pero creo que no lo consiguió y que ahí radica lo interesante de este libro: puedes releerlo mil veces, y seguir con la intriga de qué pasaría por la cabeza del joven aventurero para llegar a ese final. Ni siquiera las frases subrayadas de los libros que leía y que encabezan cada capítulo del libro, te dan idea de su personalidad. ¿un perturbado, un arrogante, un irresponsable, un idealista?

 

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El «autobus mágico», como él lo llamaba, donde escribió su diario en el cual contaba cada una de sus experiencias, y donde murió de inanición. Antes de morir grabó un mensaje en un trozo de madera: «He tenido una vida felíz, y le agradezco al Señor por ello. Adios. Bendiciones a todos.»

 

 

Sean Penn se enamoró literalmente de McCandless cuando leyó el libro de Jon Krakauer y no paró hasta conseguir los derechos y el beneplácito de la familia. Así en el año 2007 rodó la película “Into de wild”, con un reparto espectacular: Emile Hirsch, Marcia Gay Harden, William Hurt, Jena Malone, Brian Dierke, Catherine Keener y Vince Vaughn

 

El libro de Krakauer hizo de McCandless una figura heroica para muchos. En 2002, el autobús abandonado donde McCandless acampó se volvió un destino turístico. En octubre de 2007, se difundió una película documental sobre el viaje de McCandless, titulada The Call of the Wild, y que fuera realizada por el director independiente Ron Lamothe. La historia de McCandless también inspiró un episodio de la serie de televisión Millennium, el álbum Cirque, por Biosphere, y una serie de canciones populares.

 

Obtenido de «http://es.wikipedia.org/wiki/Christopher_McCandless«:


Aunque Krakauer y sus lectores tienen una visión simpatizante con McCandless, algunos habitantes de Alaska mantienen una visión más bien negativa de McCandless y de aquellos que tiñen su vida como “romántica”. Debido al hecho que no tenía ningún mapa, McCandless estaba desinformado de la existencia de un vagon colgante a 400 metros donde no pudo cruzar el rio Teklanika (dispositivo colgante de un cable de acero para cruzar el rio usando poleas), y también de la existencia de cabañas abastecidas con suministros de emergencia 6 millas al sur del autobus, aunque estos últimos estaban destruidos y los suministros estropeados, probablemente por obra del propio McCandless, como se detallada en el documental de Lamothe.

 

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Poco antes de empezar su viaje

 

El guardabosque Peter Christian, del Alaskan Park, escribió: “Estoy continuamente expuesto a lo que yo llamo el ‘Fenómeno McCandless’. Son casi siempre hombres jóvenes los que vienen a Alaska para desafiarse a sí mismos contra un paisaje desierto, donde el acceso es difícil y las posibilidades de rescate son prácticamente inexistentes. […] Cuando usted considera lo que hizo McCandless, desde mi perspectiva, se ve rápidamente que fue simplemente tonto, trágico, y desconsiderado. Primero, empleó muy poco tiempo en el aprendizaje de cómo era realmente la vida salvaje. Llegó al Stampede Trail incluso sin un mapa del área. Si él hubiera tenido un mapa podría haber salido sin dificultades. […] Esencialmente, Chris McCandless cometió suicidio”.


Judith Kleinfeld escribió en Anchorage Daily News que “muchos habitantes de Alaska reaccionaron con rabia frente a su estupidez. Tendría que ser un completo idiota, afirman, para morirse de inanición en pleno verano a 20 millas de la carretera.”


Su vida y figura son paralelas a la de Everett Ruess, que vivió en circunstancias parecidas pero que desapareció misteriosamente en el desierto de Utah.

 

Saber más:

 

 http://www.youtube.com/watch?v=aQbrVl_2K28

 

http://www.tifilms.com/wild/call_intro.htm

 

 

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