VIDA DE UN ESCRITOR

Las historias de perdedores son más interesantes que las de ganadores, aunque sean menos comerciales. Por eso escribí Vida de un escritor

(Gay Talese)

 

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Gay Taleses, Alfaguara 2012, (21,50€)

Traducción: Patricia Torres Londoño

 

Los diez mandamientos de Gay Talese, el «dios del periodismo»

El hombre al que se atribuye la creación del «nuevo periodismo», acaba de publicar Vida de un escritor, una autobiografía en la que su vida y su trabajo se entremezclan intensamente. Aquí, diez frases surgidas de una entrevista del diario abce.es a Gay Talese.

1. Yo mismo no soy la mejor de las historias

Vida de un escritor es un libro sobre cómo y qué es mi trabajo. Es un intento literario de crear una historia autobiográfica, periodística y un relato novelístico de no ficción. Pero yo tampoco soy el foco de la imagen, aunque estoy en la fotografía, porque no creo que yo sea la mejor historia que estoy escribiendo. Soy un periodista haciendo periodismo sobre sí mismo y al mismo tiempo introduciendo en el marco las historias de la gente con la que me relaciono.

2. Siempre seré un novato

Aunque tenga 80 años, siempre me he sentido como un novato, un recién llegado, un forastero. Y esa es una cualidad perfecta para un periodista. Estar ligeramente alejado de lo que ves e incluso de quién eres. Soy una persona fraccionada, compuesta por varias piezas que no siempre encajan. Por eso veo las cosas de manera diferente, algo que me ha ocurrido siempre.

3. Ficción y no ficción, más cerca de lo que parece

La diferencia entre ficción y no ficción no es tan grande. Lo que los distingue y separa es que una tiene que decir la verdad y la otro puede imaginarla. Pero a veces, cuando imaginas la verdad, parece más cierta que cuando informas sobre algo tratando de mantenerte lo más próximo posible a la verdad. Por eso he intentado probar si puedo escribir historias que son verificables en términos de veracidad, pero que parezcan que han sido inventadas, imaginadas, fabricadas.

4. Yo, narrador de historias

No me publicaban mucho, pero cuando era un chaval de 22 años escribía historias ciertas con nombres verdaderos. Por aquel entonces leía a Guy de Maupassant, Fitzgerald o Hemingway. Me preguntaba, ¿puedo escribir artículos que sean como relatos cortos? ¿Con nombres reales y diálogos que han sucedido? Así que en eso se convirtió en mi labor: tratar, como narrador de historias, de construir un puente sobre el vacío entre no ficción y ficción utilizando las herramientas del escritor de ficción, ya sea Gabriel García Márquez o Joyce Carol Oates.

5. Traje al periodismo una mentalidad literaria

Un día, un editor del New York Times me envió a cubrir un incendio. Cuando llegué no había humo y los bomberos estaban enrollando sus mangueras. Había sido una falsa alarma. Lo que vi fueron dos edificios altos de apartamentos con todas las ventanas abiertas y los vecinos, asomados mirando a la calle, estaban hablando unos con otros. Como periodista me había quedado sin una historia, pero había visto otra. En una ciudad como Nueva York, la gente no habla con sus vecinos. En un barrio en el que hasta el momento los vecinos no eran cordiales, una preocupación común despierta esa amabilidad. Yo escribí esa historia y eso es periodismo creativo. Es periodismo porque no está inventado, pero también es como un relato breve. Esta es la mentalidad que traje al periodismo: la perspectiva de un escritor literario, de un escritor de relatos breves, interesado en la vida privada de personas ordinarias, comunes. Pero no inventando, sino informando.

6. Presto atención a la gente ordinaria, porque yo soy ordinario

Presto atención a la gente ordinaria porque yo mismo soy ordinario. Mi padre no era el alcalde de la ciudad, el director de un centro universitario o el dueño de un periódico. Era un mero trabajador. Yo soy un mero trabajador. Mi perspectiva es la de un intruso, de un luchador, de un advenedizo, de alguien que procede de una clase inferior. Y creo que la gente más ordinaria también es interesante y se merece que se informe sobre ellos. A un periodista más tradicional solo le importa contar lo que hace la gente importante.

7. Periodismo de clase alta

Hoy los periodistas no son gente ordinaria, normal y corriente. Han sido educados en las mismas universidades de elite que las personas que controlan el poder en el Gobierno, en Wall Street, en los think tanks. Los periodistas se mueven con ellos. Van a los mismos clubes, sus hijos van a las mismas clases, nadan en la misma piscina. Y por eso no se cuestionan los unos a los otros, porque están todos unidos.

8. Los sinvergüenzas de Wall Street

Mire a los sinvergüenzas que tenemos en Wall Street. Nadie ha sido enjuiciado por la crisis de 2008, por haber causado la bancarrota entre la clase baja de este país. Ni uno de ellos ha ido a la cárcel. Si hubieran sido de la Mafia, hubieran ido a prisión para siempre. Pero ya lo dijo Mario Puzzo: «Un abogado con un maletín puede robar más que 100 hombres armados». Los periodistas deberían ofrecernos lo que el Gobierno no quiere que sepas, lo que los grupos de poder no quieren que sepas. Lo que algunos están tapando porque tienen el poder para taparlo. El periodismo no está penetrando este muro de silencio y este muro de traición, engaño y corrupción. El periodismo solía ser una fuerza contra la corrupción, pero ya no lo es. Los periodistas han perdido su sentido, su propósito.

9. Sin pisar la calle no te enteras de nada

Los periodistas hoy son como pájaros intercambiando la misma semilla. Como palomas en la calle, todos comen lo mismo, beben de la misma fuente. Son alimentados por el Gobierno, organizaciones con sus intereses. Yo me mantuve y mantengo alejado de todo eso. Yo quiero ir al lugar de los hechos y ver a las peronas, verlas con mis propios ojos. Los periodistas dicen «no tenemos tiempo» y confían solo en sus correos, sus ordenadores y sus aparatos. No salen de su oficina para ver lo que sucede en la calle. Creemos que por leer algo en el ordenador y apretar un par de botones nos estamos enterando de lo que sucede en el mundo. Pero no te estás enterando de nada. Estás leyendo artículos que proceden de los ordenadores de otra gente como tú que también está sentada en una habitación con un ordenador. Si quieres escribir sobre una historia tienes que estar ahí.

10. Un periodista tiene que estar harto, ser escéptico

Si los periodistas tradicionales no hacen algo por mejorar, se van a extinguir. Estamos perdiendo la especialización, la singularidad, el arte del periodismo. En otras palabras, la carrera de periodista va a acabar reducida a un puesto de administrador, como un secretario. Habrán perdido el oído, la pluma, el cerebro. El periodista tiene que ser testigo de la Historia. Y si no de la Historia, por lo menos de la actualidad. Los reporteros tienen que llevar la contraria y no pueden hacer eso sentados en una habitación apretando botones. ¡Salir a la calle! Y siempre deberían mantener el escepticismo. Un periodista tiene que estar harto, enfadado con la situación y reaccionar. No pueden ser tan pasivos.

 

Gay Talese nació el 7 de febrero de 1932 en la pequeña isla de Ocean City, Nueva Jersey, Atlantic City. Hijo de Joseph Talese y Catherine DePaolo, italianos que emigraron a Estados Unidos en el año 1922. Actualmente tiene dos hijas con su mujer Nan Talese, una destacada editora de Nueva York. Talese mantiene vivo su pasado italiano y es un miembro muy activo de la comunidad italiana de América, incluyendo la National Italian American Fundation.

Después de graduarse en junio de 1953, en la Universidad de Alabama se trasladó a Nueva York, donde entró en el diario The New York Times contratado como «el chico de la fotocopiadora». Después de una breve estancia en el ejército, volvió a entrar al The New York Times en 1956 donde le asignaron las páginas de deportes durante diez años. A partir de este momento siguió ejerciendo la profesión escribiendo columnas en The New Yorker, Time, y en las revistas Esquire y Harper’s Magazine. Su artículo sobre Frank Sinatra, «Frank Sinatra has a cold«, fue elegido el mejor artículo publicado de la historia de la revista Esquire.

Mientras trabajaba en los diarios, Talese también escribía libros que relataban anécdotas e historias relacionadas con su vida, sobre su trabajo, el chico de la fotocopiadora, sus orígenes, su familia…

Talese saltó a la fama en las páginas de The New York Times con la publicación de algunos reportajes singulares como The Bridge (1964), una historia en serie que cautivó a millones de lectores en la cual explicaba la vida diaria de los obreros que trabajaban construyendo los grandes puentes de Estados Unidos. También publicó otro libro lleno de pequeñas historias de gente al parecer sin historia: vigilantes nocturnos, porteros de hoteles, chóferes, transeúntes solitarios. Lo tituló New York: A Serendipiter’s Journey (1961).

El primer libro de no ficción que develó los secretos de la mafia y puso en jaque la vida de su autor, quien viajó a Sicilia y se infiltró en la intimidad de los Bonanno durante seis años : La historia real que inspiró Los Sopranos : Una noche de octubre de 1964, dos gángsters secuestraron al jefe mafioso Joseph Bonanno, y a la mañana siguiente la policía neoyorquina informó que estaba muerto. Un año después, Bonanno reapareció de forma misteriosa, y su vuelta desató una sangrienta disputa entre familias mafiosas. Ningún otro libro ha contribuido tanto a develar los secretos, la estructura, las guerras, las luchas de poder, las vidas familiares y las personalidades fascinantes y aterradoras de la mafia.

Libro que nadie debería perderse.

 

Para Kindle: 9,49 € Edición impresa

 

Fuentes:

http://www.vanguardia.com.mx/el11sacaboconelbuenperiodismogaytalese-1314139.html

http://www.randomhouse.com/kvpa/talese/index.html

http://blogs.lavanguardia.com/el-arquero/?p=346

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